viernes, 3 de junio de 2011

Pensamientos personales

Durante la noche cuando intentaba conciliar el sueño me vino a la mente la siguiente reflexión:

La dulce infancia que todos o casi todos hemos vivido, esa misma niñez que nos transporta a los mejores días de nuestra vida, está basada en una mentira piadosa. Es el ocultamiento de la cruda realidad, de lo enfermizo que este mundo puede resultar.Pero, sin embargo, es necesaria para formarse como personas morales y políticamente correctas. 

La cuestión que me pregunto es esta ¿Hasta qué punto es necesaria la mentira en la vida?¿Dónde está el límite del engaño favorable? La gente se autoengaña constantemente para poder seguir viviendo con ellos mismos, de lo contrario se derrumbarían. Esto es relativamente humano, pero por desgracia se ha llevado al extremo, al mundo de la apariencia y la hipocresía. Las calles están llenas de modelos de personas que no se corresponden al molde original, son gente que se ha dejado engañar por las ilusiones artificiales de la vida y han seguido el camino fácil sin ni siquiera luchar por sus propias creencias, por lo que piensan realmente.

La excusa de los niños es su inocencia, pero una vez formados como personas adultas, y siendo conocedores de lo malo y lo bueno, lo justo y lo injusto, se debe esperar una reacción madura y sabia. Bastaría con un simple reconocimiento de nuestros errores y un intento de enmendar los futuros, pero ni de eso somos capaces. Somos los amos de todo, nuestra palabra es ley y cagamos oro reluciente. La realidad ya no es para nosotros, preferimos sentarnos enfrente de una pantalla para demostrar lo sociales que somos quedándonos en el molde que hayamos elegido. Mientras tanto que el mundo siga ahí fuera...esperándonos.

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